STEWART GRANGER. EL HEROE ELEGANTE
Británico , nacionalizado norteamericano en 1956 , Stewart Granger, nacido el 6 de mayo de 1913 en Londres, y fallecido en Santa Mónica (California ) el 16 de agosto de 1993 , a los ochenta años de edad . El inicio de 2025 es un buen momento para recordarle .
James Lablanche Stewart, hijo y nieto de artistas, fue el nombre que el protagonista de Moonfleet hubo de variar por su coincidencia con el mítico James Stewart . Stewart Granger fue el elegido, aunque su familia y amigos le continuaron llamando cariñosamente “Jimmy ” hasta el final de sus días .
Su trabajo como actor se inició en la década de los treinta: teatro, papeles al principio pequeños en películas modestas . en 1939 protagonizó “So this is London ” y en 1943 : “The man in grey ” una producción Gainsborough . Pero no fue hasta después de la Segunda guerra Mundial cuando Stewart Granger se alzó con la fama y el estrellato con grandes interpretaciones en films románticos y de aventuras como “Danza para los amantes muertos ” (Saraband for dead lovers ) 1948 de Basil Dearden, donde daba vida al trágico amante de otra princesa no menos trágica, Dorotea, en los convulsos años de las luchas dinásticas de la monarquía británica anterior a la Reina Victoria .
La citada película, “Cesar y Cleopatra ” – con Vivien Leigh – . o “Adam y ella ” ( en la que intervenía la que sería su segunda esposa, la gran Jean Simmons ) , le abrieron el camino a Hollywood . El salto se produjo en 1950 : “Las minas del rey Salomón ” ,de Andrew Marton y Compton Bennet, al lado de Deborak Kerr, aún hoy una de sus cintas más populares.
Los cambios afectaron a su vida personal también . Granger se divorció de su primera esposa en 1948, la actriz de teatro Elspeth March , y unió sus destinos a los de la prometedora Jean Simmons, que también se convertiría en estrella en Hollywood .
Stewart Granger sucedia así en el género a grandes figuras de la talla de Errol Flynn ( 1909-1959 ) ya en su declive físico, y a Tyrone Power ( 1914-1958 ) que giraba su carrera hacia personajes dramáticos del calibre de El callejón de las almas perdidas ( 1947 ) o Cuna de héroes ( 1955 ) . Granger, contratado por la Metro Goldwyn Mayer compartiría curiosamente cartelera con otra estrella poderosa , Robert Taylor ( 1911-1969 ). Ambos aparecieron en un clásico de la aventura : Todos los hermanos eran valientes ( 1953 ) de Richard Thorpe, con Ann Blyth y en un western insólito y muy interesante : La última caza (The last hunt ) 1965 de Richard Brooks, en el que Taylor daba vida a un asesino de búfalos que progresivamente caía en la locura y la depresión . Debra Paget completaba el reparto de esta dura e impresionante película.
Granger aportó al género su innata elegancia , una sonrisa abierta y contagiosa y una presencia electrizante en películas como “El prisionero de Zenda ” de Richard Thorpe, de nuevo con Deborah Kerr con la que – se llegó a decir – vivió un romance . “Scaramouche ” ( 1952 ) una de las cumbres del cine de espadachines, dirigida por George Sidney en 1952 y al lado de Eleanor Parker, Janet Leigh y Mel Ferrer .
Con estos elementos, la Metro creó otra obra de arte, incluso superior a El prisionero de Zenda pues, aun partiendo de parecidos elementos, su planteamiento contiene mucha mayor riqueza. Cruzando el folletín a lo Dumas con la aventura histórica, el conflicto social con el retrato popular, y el canto a la alegría de vivir con la más profunda melancolía, Scaramouche desborda encanto, diversión y romanticismo sin un solo bache de ritmo, además de un estupendo sentido del diálogo. Y Granger está otra vez fenomenal, haciendo honor a la maravillosa frase inicial con que Sabatini define al protagonista en su libro: Nació con el supremo don de la risa y con la sensación de que el mundo está loco
Se reunió con Deborah Kerr, Jean Simmons y Charles Laughton en la histórica “La reina Virgen ” (Young Bess ) de nuevo a las órdenes de Sidney y fue el árbitro de la elegancia en “Beau Brummell ” junto a Elizabeth Taylor .
Sus interpretaciones eran ligeras, sencillas, por eso la crítica no se fijó en sus cualidades de actor , tal vez oscurecidas por su presencia . Ello motivaría que el propio actor dudara de sus talentos llegando un día a declarar que se consideraba una estrella de cine más que un actor . Lo cierto es que Stewart Granger , amante de la vida y simpático por naturaleza compartió otras muchas aficiones con el séptimo Arte – entre otras las bellas mujeres – triunfando en casi todas ellas .
De nuevo con Jean Simmons ( con la que estuvo casado entre 1950 y 1960 ) protagonizó un personaje cínico que le venía como anillo al dedo en “Pasos en la niebla ” 1956 de Arthur Lubin y demostró sus dotes interpretativas en la notable Cruce de destinos (Bhowani junction ) 1954 de George Cukor, al lado nada menos que de Ava Gardner . Igualmente interesante resultó “Harry Black y el tigre” de Hugo Fregonese en su escenario favorito : la selva y los safari , ahora en lucha contra un león asesino en un trasunto de Moby Dick .
Pasaron por sus brazos bellas como la gran Rhonda Fleming 1923-2020 (El rifle del forastero ), la futura princesa de Mónaco, Grace Kelly 1929-1982 en “Fuego verde ” de Andrew Marton , Rita Hayworth 1918-1987 , en “Salomé ” de William Dieterle y de nuevo Ava Gardner ( 1922-1990 ) en la alta comedia “La cabaña “(The little hut ) compartida – eso sí – con otro elegante británico : David Niven
Y en 1955 se puso a las órdenes de Fritz Lang para filmar la magistral “Moonfleet ” , una historia gótica de aventuras y contrabandistas; romántica, bellísima y trágica que nadie comprendió en su tiempo y ni siquiera el propio actor pudo valorar en su justa medida . Hoy es un clásico incontestable y una de las obras maestras de su autor .
Una obra maestra absoluta de Fritz Lang , elegante, romántica y trágica .
Hay películas indescriptibles que necesariamente hay que contemplar porque pertenecen exclusivamente al mundo de las imágenes , cine puro al fin y al cabo .”Moonfleet “ es una de ellas .
Cuando Fritz Lang, genio absoluto del cine, estrenaba su película en cinemascope y con un lanzamiento de película de aventuras juveniles, no encontró su público adecuado ( los adolescentes se encontraban con una película madura, amarga y emocionada que hablaba del poder de la amistad, de la angustia de vivir y de la imposibilidad de amar por encima de las convenciones sociales ) . La crítica convencional tampoco entendía como Lang se había pasado al clásico cine de aventuras .
Pero los años pasaron y hoy “Moonfleet “ emerge como una obra maestra total y absoluta en la que se puede admirar una realización fastuosa ( con imágenes casi fantasmagóricas como el refugio de los piratas ) y un juego íntimo de relaciones personales que alcanza su cenit en esa preciosa escena final en la que el niño manda dejar la puerta abierta de la casa porque su amigo tendrá que volver – aunque sea de entre los muertos – algún día .
La trama es sencilla : un niño huérfano (John Mohune ) es enviado por su madre difunta para que se reúna con un misterioso caballero llamado Jeremy Fox , el hombre al que ella amaba pero con el que no pudo casarse por las presiones familiares . Ahora el hombre es el líder de una banda de contrabandistas por lo que el niño se ve envuelto en las andanzas de los piratas que saquean barcos y playas.
Stewart Granger , en el mejor papel de su brillante carrera encarna al protagonista, un hombre valiente pero al que la vida ha arrancado la ilusión y al que tan solo logrará emocionar la mirada de ese niño en el que aún puede descubrir el brillo de su amada . Ese recuerdo, ese fulgor, será más poderoso que la ambición y que la propia vida . Destaca la maravillosa composición de George Sanders en el papel de un pervertido y cínico noble capaz de traicionar a su propia sombra por un puñado de diamantes . Y junto a ella la composición pictórica de Robert Planck, inspirada en los relatos de Dickens y la pintura de Hogarth y la preciosa música del gran Miklos Rozsa.
En realidad toda “Moonfleet “ es una soberana lección de cine, una película hecha con magia, sueño y fascinación , donde las imágenes revolotean como fantasmas que prenden en el corazón del espectador, se instalan en él para nunca abandonarle . Es cine de piratas, un clásico de la aventura, pero por encima de todo una gran obra de arte
El divorcio de Jean Simmons le costó dinero y salud . Aceptó – tras rechazar el papel de Mesala en “Ben Hur ” cuando ya Charlton Heston se había hecho con el protagonista – trabajar secundando a John Wayne en la divertida “Alaska tierra de oro ” 1960 de Henry Hathaway . Pero a partir de entonces sus pasos le llevaron a Europa : películas por lo general poco ambiciosas , buenos contratos, negocios inmoboliarios y finalmente un dorado retiro en Marbella, en plena Costa del Sol española .
Su tercera esposa fue Carolina Le Cerf, entre 1964 y 1969 , El matrimonio concluyó con un nuevo divorcio .
Tuvo tiempo de alternar en Alemania con Lex Barker varios títulos de la serie de Old Shatterhand y Winnetou de Karl May, entre ellos “Los buitres “. La serie fue muy popular, aunque Granger no logró igualar el éxito personal cosechado por Lex Barker .
Stewart Granger aceptó también trabajos en televisión, apareciendo en una de las temporadas de la continuación de “El virginiano” ( titulada “Los hombres de Shiloh ” ) e intervino en 1972 en una curiosa adaptación de “El perro de Baskerville” dando vida a Sherlock Holmes .
En Italia filmó “Sodoma y Gomorra ” ( 1961) de Robert Aldrich, ( digna pero inferior a las producciones Samuel Bronston que se rodaban en España en aquellos años ) y con Henry Hathaway terminó en 1967 su última gran película : la crepuscular “El ultimo safari ” , donde literalmente devoraba al presunto protagonista Kaz Garas . La chica era la bella Gabriella Licudi .
Semiretirado del cine, asiduo de la alta sociedad europea, encantado de sus propiedades en Marbella , Granger solo volvió al cine – y muy fugazmente al teatro , 1989 : The circle . con Rex Harrison – cuando su bienestar económico se puso en peligro y comenzó a necesitar nuevos ingresos . Así trabajó en empeños concretos como su colaboración especial en la popular “Patos salvajes ” 1978 de Andrew V.McLaglen , en producciones televisivas alemanas como Das Erbe der Guldenburgs ( 1987 ) o en 1989 en la película española “Oro fino ” de José Antonio de la Loma que no obtuvo el éxito esperado .
Los problemas económicos de sus últimos años en los que el actor vio esfumarse buena parte de su fortuna se debieron a una mala inversión económica en varios negocios en Estepona ; concretamente la compra de terrenos para nuevas urbanizaciones que habrían de ser comercializadas por empresarios alemanes . La normativa urbanística lo impidió y las pérdidas del actor fueron muy elevadas .
el corazón de la Costa del Sol, en el barrio de Estepona llamado El Velerín y refugiado dentro de un bosque tropical de 65 hectáreas, se encuentra el impresionante cortijo de una de las estrellas del Hollywood de los años 50. Ahora a la venta por 12 millones de euros, en esta maravillosa finca andaluza -salpicada de detalles traídos de todo el mundo- disfrutó durante décadas de sus conquistas Stewart Granger, protagonista de joyas cinematográficas como ‘Scaramouche’, ‘El prisionero de Zenda’ o ‘Las minas del rey Salomón’ (rodaje que le impulsó a adquirir estas tierras en España). Una mansión de 1700 metros cuadrados con siete habitaciones (incluida una suite secreta), sendos baños y una piscina con fuentes y vistas a La Concha.
tuvo que deshacerse de la casa 13 años antes, a principios de los 80, cuando tras hacer una inversión desastrosa de su patrimonio quedó totalmente arruinado. Una mala gestión de su capital que finalizó con la venta de la joya de su corona, este cortijo que tanta alegría le dio a su corazón británico.
Por si fuera poco los síntomas del cáncer aparecieron en 1991 , sin embargo Granger no perdió el optimismo y luchó por su vida y su hacienda hasta el último momento .
Stewart Granger tuvo cuatro hijos : Tracy , Lindsay ( de su primera mujer ), Jamie ( con Jean Simmons ) y Samantha Granger ( con su tercera esposa ). Su autobiografía, “Sparks fly upward ” se lee con gracia y responde al mismo tono elegante y levemente sarcastico de sus mejores interpretaciones.
El actor falleció víctima de un cáncer de próstata y huesos tres meses después de cumplir ochenta años en agosto de 1993 .
Stewart Granger merece el recuerdo de su presencia elegante , el de su carisma no siempre bien aprovechado y por ese puñado de obras maestras encabezado por Danza para los amantes muertos , Scaramouche y– sobre todo – Moonfleet . Ellas le garantizan un lugar de privilegio en la memoria cinéfila
1 comentario. Dejar nuevo
Magnifica reseña y glosa de un grande del cine.